Casi todo es otra cosa

Columna semanal publicada en el periódico "Últimas Noticias" de Ciudad Victoria, Tam., y otras cosas que se me ocurren en el camino. Por Elin López León de la Barra.

06 julio 2006

Divagaciones nocturnas

Escribo a las 2:22 de la madrugada del jueves 6 de julio. Como si fuera música de fondo, escucho en la televisión la cobertura del recuento de los votos de la elección presidencial, que parece no terminará nunca. Todavía no se acaba de computar el 100% de los votos y el duelo a muerte entre dos candidatos (contrincantes convertidos en enemigos) parece más reñido que nunca. Son las 2 de la mañana con treinta minutos. Siempre he tenido problemas para escribir de día: la noche, con su silencio, se presta más para mis propósitos, para el encuentro con las palabras, las ideas, conmigo misma.

Pero esta noche nadie parece dormir. Las luces y el ruido me acompañan mientras escribo. A esta hora me pregunto si realmente alguien quiere leer hoy sobre (precisamente) libros y lectura, cuando es tanto lo que está en juego. Creo que definitivamente, la lectura ha sido uno de los motores que ha impulsado este cambio que vemos en nuestro país, la formación de estos ciudadanos críticos que vigilan atentamente el desarrollo de las elecciones, ciudadanos informados, de diferentes ideologías políticas, que exigen que su voz sea escuchada. Pero tal vez esta no es la noche para hablar de ello, para enfatizar cómo la lectura abre nuevos horizontes para aquellos que la procuran, como nos ayuda a abrir los ojos, a encontrarnos, a ver más allá de lo inmediato. Tal vez hoy no es el día, en este México dividido, para decir que la lectura es más que simple entretenimiento, sino una necesidad, una forma de vida.

Ha pasado una hora y los números acercan cada vez más, la competencia se vuelve más cerrada. En distintos lugares de la República algunos adelantan festejos, otros impugnan un resultado que aún no se ha anunciado oficialmente. Quienquiera que gane, lo hará con una mínima ventaja y con un profundo descontento de la otra mitad. Lo hará con un Congreso dividido, tanto como la opinión pública, tanto como los sueños y las aspiraciones de los más de 41 millones de mexicanos (cerca del 60% de participación ciudadana) que acudieron a las urnas el domingo.

La propaganda del IFE decía “Con mi voto, México está completo”. Pero yo veo que nuestros votos reflejan múltiples preocupaciones. Todos queremos lo mejor para México, para nuestras familias, para nosotros mismos, pero tenemos ideas diferentes de cómo lograrlo. México se divide en dos, en tres, en miles de esperanzas (aunque esta palabra haya sido momentáneamente secuestrada) y deberá buscarse la manera de conciliarlas.

Amaneceremos con la certeza de quien será nuestro próximo presidente. Habrá seguramente, desilusiones, expresiones de triunfo, descalificaciones, genuina alegría. Esperemos que no haya brotes de violencia que inestabilizarían al país y ensuciarían la calma con la que se efectuaron las votaciones (y lo cual dependerá en gran parte de la prudencia del candidato que resulte vencido). Pero después de tantos desvelos, de tantas horas extra, tendremos por fin la anhelada certeza de quien habrá de gobernarnos. Y nosotros, los ciudadanos, estaremos aquí para ayudar a trabajar y construir un mejor país, pero también para exigir el cumplimiento de tantas promesas, entre ellas (la primera que habrá de cumplirse), la promesa de la democracia.

3 dicen que dicen:

  • El 06 julio, 2006 13:43, Anonymous Anónimo dijo otra cosa…

    Felicidades por el sitio pero lamento decirte que amaneció y seguíamos sin la certeza de quien será el presidente.
    Un abrazo de tu amigo Ambrocio.

     
  • El 07 julio, 2006 00:21, Anonymous Anónimo dijo otra cosa…

    Elin:

    Por supuesto que yo tampoco dormí esta noche,y estoy un poco triste.

    Ojalá que el país no se desgarre.

    Ya sabes a dónde fue mi voto, pero eso no es lo importante; viví la jornada electoral como presidente de casilla y a mi mesa llegaron muchos ciudadanos que
    jamás habían participado en una elección, y no eran jóvenes. Eran ciudadanos de mi edad o más, algunos casi ciegos, o con andaderas. En el padrón pude
    constatar sus edades, pero la tarjeta de elector que presentaban no tenía muescas: nunca habían votado.
    No sabían de la cortinilla blanca donde se llenan las boletas; ignoraban que ya se les proporciona el crayón; salían con el voto lleno sin doblar, y no encontraban cómo depositarlo en la urna. Los orientamos con un profundo respeto por su valor cívico; respeto por aquellos que son capaces de reconocer sus errores y conservar todavía la
    esperanza.

    Eso fue lo conmovedor.

    Martha

    "La literatura nos ofrece libertad"
    (pero no cumple)

     
  • El 07 julio, 2006 01:24, Blogger ellb dijo otra cosa…

    Hola Ambrocio! Lo peor del caso es que anocheció y nada...

    Gracias por la visita :)

    Martha, como te decía en el correo: me conmueve mucho tu comentario y lo importante es darse cuenta, aunque parezca tarde, que nuestro voto vale y debemos hacerlo valer...

    Saludos

     

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