Casi todo es otra cosa

Columna semanal publicada en el periódico "Últimas Noticias" de Ciudad Victoria, Tam., y otras cosas que se me ocurren en el camino. Por Elin López León de la Barra.

30 marzo 2006

Mil y un nombres para una columna

Cuando me invitaron a colaborar en este periódico, pensé “Y ahora, ¿cómo se va a llamar mi columna?” Porque el título de la columna, como el de un libro, marca la pauta para el contenido. Nos da pistas sobre lo que encontraremos. Refleja la idiosincrasia del columnista. Recuérdese, por ejemplo, la celebérrima “De política y cosas peores” de Catón (complemente diferente al “Mirador” del mismo autor).

Pienso en algunas de mis columnas favoritas: Bazar de asombros. Mundo raro. Agua de azar. La gaceta del ángel. Ventana dominical. ¿Se supone que el título debe ser gracioso y divertido, un gancho para atraer la atención de los lectores? ¿O debo inclinarme por uno más serio y formal, que refleje mis preocupaciones existenciales? ¿Estoy siendo demasiado neurótica?

La indecisión hace que mi cabeza de vueltas.

Una primera opción fue Antes de que lleguen las hormigas, frase acuñada por el escritor Alberto Chimal en referencia al poema “Cómo retrasar la aparición de las hormigas” del desaparecido poeta tabasqueño José Carlos Becerra. En su reciente visita a Ciudad Victoria (la cual Ambrocio López, amigo y periodista, ha comentado con anterioridad en las páginas de este mismo periódico), platicábamos con él sobre la labor del promotor cultural: ese permanente picar piedra para abrir espacios, dar a conocer propuestas, acercarse al público, en fin. La sensación que a veces nos inunda, de estar predicando en el desierto (porque la promoción cultural, dentro y fuera de las instituciones, en ciudades grandes y pequeñas, no es tarea fácil). Y la importancia de dar continuidad a nuestra labor. No desistir. Antes de que lleguen las hormigas y lo arrasen todo.

O bien, Circe victorense: el localismo prevalecerá (este nunca fue seriamente considerado). Un guiño al poema de Vicente Quirarte, “Circe victoriosa”, acerca de la hechicera que con sus encantos (de varios tipos) seduce a Ulises y convierte a sus marineros en cerdos.

Varios otros nombres desfilaron, pero solo puede haber un ganador.

Lo decía Ludwig Wittgenstein, padre de la filosofía analítica. Lo dice Gonzalo Rojas en su poema “Oriana”: Casi todo es otra cosa. Que no es lo mismo que decir nada es lo que parece.

Por un lado, nos hemos vuelto indiferentes: casi todo es otra cosa y no siempre lo apreciamos. Hay quien pasa por la vida como esos viajeros que toman fotografías para disfrutar del paisaje en casa, sin detenerse a respirarlo. Miramos sin ver, lugar común pero desafortunadamente cierto, ignorando la belleza, el secreto encanto de lo que nos rodea. Dando las cosas por sentado.

Por el otro, estamos inmersos en una cultura de simulación tal, que ya no la percibimos: casi todo es otra cosa y casi nunca la primera impresión, que es la que cuenta, es certera. Tenemos medallistas olímpicos que son comerciales de esteroides. Músicos y cantantes esclavos del playback. Artistas que trabajan como meseros. Insectos que simulan plantas. Camaleones. Fotografías retocadas. Efectos especiales. Seudónimos. Objetos que parecen libros. Flores carnívoras. Piel sintética. Michael Jackson.

Casi todo es otra cosa y hay que, por lo menos, intentar desentrañarlo. Menuda tarea. Pero a fin de cuentas, si además de todo, errar es humano, es comprensible equivocarnos. Debemos darnos un respiro. Pero siempre hay que observar de nuevo y volver a intentarlo.