Casi todo es otra cosa

Columna semanal publicada en el periódico "Últimas Noticias" de Ciudad Victoria, Tam., y otras cosas que se me ocurren en el camino. Por Elin López León de la Barra.

03 agosto 2006

Vacaciones

Es definitivamente uno de los mejores inventos de la humanidad. Más que un descanso, la interrupción de la rutina, del ir y venir acostumbrado, las vacaciones representan un bienvenido cambio, una ocasión para gozar del tiempo de la manera que más nos plazca. Ya sea que tengamos oportunidad de viajar o nos quedemos en casa, son una invitación a lo desconocido y lo olvidado, un paraíso de horarios trastocados, un pretexto para el hedonismo. Aún así, el cliché de “volver a la normalidad” me parece sumamente triste: nadie debiera aburrirse con su existencia cotidiana.

Las vacaciones son la ocasión ideal para convertirse en explorador y aventurero. No es necesario ser Marco Polo para descubrir nuevos territorios ni el Barón de Humboldt para dejar testimonio de sus andanzas. Cualquier lugar puede convertirse en una oportunidad de aventura para los espíritus dispuestos. Un territorio archiconocido se convierte en una experiencia para quien lo recorre por vez primera. Podemos convertirnos en turistas o en viajeros. La diferencia estriba en nuestra disposición para percibir y dejarnos cambiar por lo que vayamos encontrando en el camino. La gente, las calles, la comida, los olores, las formas de hablar, los edificios, todo forma parte de ese territorio inexplorado que son los otros, que pueden encontrarse también en la misma ciudad, en nuestra misma casa.

Basta querer descubrir lo desconocido, hacer un esfuerzo de voluntad e imaginación. Escuchar. Ver. Tocar. Poner todos los sentidos donde normalmente no lo hacemos, a saber: en lo que nos rodea.

Puede hacerse el viaje alrededor de la misma habitación. Observar las sombras que el sol o la lámpara nocturna proyectan sobre la pared (los insomnes sabrán a lo que me refiero), las sutiles variaciones de color en la propia piel, la cuidadosa disposición de los muebles. Puede recorrerse bajo una nueva luz el territorio conocido de los rostros amados, los libros más queridos, las notas mil y un veces escuchadas de una canción.

Puede emprenderse el viaje al pasado de las fotografías olvidadas, de las cajas de zapatos repletas de recuerdos de otras épocas y escondidas bajo la cama, o la aventura de reorganizar el librero.

Sin movernos, podemos recorrer los más oscuros parajes del propio espíritu, solazarnos en sus rincones luminosos, conquistar zonas que creíamos inalcanzables.

(No quiero recurrir a la consabida frase de que los libros nos hacen viajar, conocer lugares y costumbres lejanos, vivir nuevas experiencias, etc. etc. Pero sucede. Como también son indispensables para explorar el alma humana y sus recovecos).

Visto así, tenemos el poder de extender las vacaciones para siempre. Al terminar el periodo de asueto, regresamos a casa. Pero nunca a la normalidad.

En otro orden de ideas. Este sábado se presentará el libro Sólo sé que así fue de Orlando Ortiz, con la presencia del autor, acompañado por Clara García Sáenz, Julio G. Pesina y la abajo firmante. La cita es en el Museo Regional de Historia de Tamaulipas a las 19:00 horas y la entrada es libre, los esperamos para charlar y conocer un poco la obra de este autor tampiqueño.