Casi todo es otra cosa

Columna semanal publicada en el periódico "Últimas Noticias" de Ciudad Victoria, Tam., y otras cosas que se me ocurren en el camino. Por Elin López León de la Barra.

24 agosto 2006

Amalia es un nombre de teatro


Tenía yo ocho años contados cuando abrió sus puertas el Centro Cultural Tamaulipas. Antes de eso, lo que más recuerdo de esa zona son los precarios tablones apoyados sobre montones de arena que había que cruzar para llegar a la Farmacia El Fénix. Ubicado a dos cuadras de mi casa, el Centro Cultural pronto se convirtió en parte de mi vida cotidiana: ya fuera una visita a la biblioteca, asistir a un concierto, una obra de teatro, función de títeres o pantomima, presentaciones de libros, etc., los tres hermanos recorríamos el camino de la mano de mi madre, dispuestos a aprender a disfrutar de las diferentes expresiones artísticas. La frase “Vamos al teatro” se volvió el pan de cada día.

Con el tiempo el teatro se convirtió simplemente en “el Amalia”, sin apellidos ni complicaciones. Yo no sabía entonces quien era esa mujer de verdes ojos que me observaba en el vestíbulo desde su marco dorado, no conocía su obra ni sabía que el Centro Cultural se inauguró en el mismo año de su muerte (acaecida el 3 de junio de 1986).

Yo no sabía que había sido diplomática, escritora, subsecretaria de asuntos culturales, promotora de los derechos del niño y de la mujer y de la equidad de género, entre muchas otras cosas: una mujer adelantada a su tiempo. Sin embargo, el Amalia era ya sinónimo de alegría, calidez, goce, asombro.

El legado de Doña Amalia, como le conocemos cariñosamente, está íntimamente vinculado con la vida actual no sólo de nuestro estado, sino de México: a ella debemos en gran parte las mujeres de Latinoamérica el derecho a votar y ser votadas, fue la primera mujer en formar parte de un gabinete presidencial en México, la primera en dar el grito de independencia representando al Presidente de la República, entre muchas cosas en las que fue pionera. A mujeres como ella le debemos el hecho de que ahora por fin seamos reconocidas como iguales (digo por fin porque es un triunfo que data de hace 50 años, aunque ahora demos por sentada esa igualdad con tanto desparpajo).

Este año se celebra el vigésimo aniversario luctuoso de Doña Amalia González Caballero de Castillo Ledón, así como de la inauguración del Centro Cultural Tamaulipas. En este contexto el día de ayer se presentó el libro Amalia de Castillo Ledón. Sufragista, feminista, escritora. El alcance intelectual de una mujer, de la Dra. Olga Martha Peña Doria, con la participación del Lic. José Ascención Maldonado Martínez, el dramaturgo y crítico Gonzalo Valdéz Medellín y la autora, evento que amablemente fui invitada a moderar.

Celebro que aprovechemos este marco para recordar a una mujer, tamaulipeca ejemplar, cuyas aportaciones en diferentes áreas repercuten todavía en nuestra vida cotidiana, y rindamos merecido homenaje a su memoria. Celebro que este teatro lleve su nombre, porque además de sus múltiples logros en diferentes áreas, fue también escritora: novelista, ensayista, poeta y dramaturga, cuya obra debe ser rescatada y difundida.

Hoy como hace veinte años, al echar un vistazo a una vida excepcional, de esas que parecen encerrar muchas otras vidas en una, me parece que cuando era niña, no me equivoqué al pensar que Amalia es un nombre de teatro.