Casi todo es otra cosa

Columna semanal publicada en el periódico "Últimas Noticias" de Ciudad Victoria, Tam., y otras cosas que se me ocurren en el camino. Por Elin López León de la Barra.

08 diciembre 2007

Adentro

El humo. La garganta protesta pero continúo fumando. El maldito cigarro que he prometido mil veces dejar y no puedo. El olor a tabaco entre los dedos. Alguien a mi lado no sospecha lo que pienso, lo que haré. Los pensamientos se suceden hasta desembocar en una determinación. Una mujer camina frente a mí, indiferente. Hay tanto por hacer. Apago el cigarro. Alguien espera. Me levanto. Está decidido.

Necesito un café.

-- ellb.

(Publicado en El libro de las percepciones, ejercicio dentro del taller El libro de todos los días impartido por Cristina Rivera Garza esta semana en Ciudad Victoria).

23 agosto 2007

Harry Potter y la prueba de fuego


Un minuto después de la media noche del 21 de julio de este año, se dio el banderazo de salida para la venta de la última entrega de la saga del mago más famoso de nuestra época (una búsqueda en Google con el nombre del protagonista arroja más de 146 millones de resultados): en unas cuantas horas, Harry Potter and the Deathly Hallows batió records de ventas a nivel mundial, gracias a su distribución simultánea en 93 países. Solamente en Estados Unidos y el Reino Unido se vendieron más de 11 millones de ejemplares en menos de 24 horas (8.3 millones en Estados Unidos, nada mal para un país donde el promedio de lectura es 4 libros por año). Y para el quinto día, el 10% de los súbditos de la Reina Isabel II habían adquirido un ejemplar.

Los números son, efectivamente, impresionantes. Nos traen a la memoria las imágenes vistas en la televisión y en los periódicos, de las largas filas de niños, jóvenes y adultos disfrazados con bufandas de rayas y sombreros puntiagudos, en espera de que las librerías abrieran sus puertas. Pero la pregunta que flota en el aire es qué pasará con esos lectores, ahora que la serie ha llegado a su fin.

Desde su lanzamiento en 1997 y ante la gran acogida por parte del público (y la crítica), comenzaron a escucharse voces que proclamaban a J. K Rowling como formadora instantánea de lectores: muchos niños que no tocaban un libro ni por equivocación, ahora leían de corrido y por voluntad propia uno de 200 y tantas páginas (que fueron aumentando con cada entrega, hasta llegar a más de 780 en Deathly Hallows). Es indudable, entonces, que Harry atrajo a muchos niños y jóvenes a la lectura. Pero con el fin de su historia, parece que termina también el interés de muchos de ellos por los libros. Algunos asocian la actividad con la infancia y 10 años después, en plena adolescencia, lo menos que necesitan es algo que los relacione con esa época. Otros, simplemente, no adquirieron el hábito de la lectura, sino que los movía el auténtico interés por la historia del joven mago, y ahora que ha llegado a su fin, es hora de cerrar el libro y pasar a lo que sigue. Y muchos, por supuesto, si descubrieron el placer que producen los libros.

Entonces, ¿qué estrategias pueden adoptarse para que los niños y jóvenes sigan leyendo en este mundo post – Harry Potter?

Aquí lo importante es no despegarse. Si usted es padre de familia, preste o regale libros a sus hijos, siga visitando con ellos bibliotecas y librerías (o la sección de libros de las tiendas de autoservicio, que en ciudades como la nuestra prácticamente desempeñan el papel de las librerías). Sobre todo, lea con ellos. En esta etapa es muy importante para adolescentes y jóvenes elegir su propio material de lectura, pero también son bienvenidas las recomendaciones. Recuérdeles que no es necesario terminar todos los libros que comiencen, sino que pueden probar, leer un poco aquí y allá, hasta encontrar uno que llame su atención. Pregúntese qué es lo que hizo tan interesante a Harry Potter: las aventuras, el enfrentamiento entre el bien y el mal, la transición de la niñez a la juventud, el mundo de magia y fantasía… Esta lista no es de ninguna manera exhaustiva, pero todos estos elementos pueden encontrarse en otras historias.

No de por sentado que quienes leyeron todos los libros de la saga automáticamente buscarán un nuevo libro para seguir leyendo. Pero con un poco de curiosidad y paciencia, encontrarán otros libros que provoquen en ellos las sensaciones que aprendieron a explorar a través de Harry Potter.

En otro orden de ideas. El pasado fin de semana se llevó a cabo en esta ciudad el TaladroFest 2, con el cual Toño Rotuno y compañía festejaron los 10 años de su programa Taladro (en sus tres versiones: Plus, Light y Special), el cual se transmite por Radio Universidad. Desde aquí mis felicitaciones por ambos motivos.

Y hoy a las 19:00 horas se inaugurará en el Museo Regional de Historia de Tamaulipas la exposición pictórica colectiva Presencia oaxaqueña, organizada en coordinación con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. La entrada es libre. Un saludo y mi agradecimiento a la directora Laura Elena Lavín y a Arturo Bernal, quienes puntualmente me hacen llegar las invitaciones a los eventos del Museo.

24 mayo 2007

Entre la cocina y la pantalla

Tenía unos doce años cuando leí Como agua para chocolate. Tal vez por eso (y siendo la menor de las hijas de mi casa) me impresionó sobremanera la suerte de la desventurada Tita y su vedado amor por Pedro. Años después descubrí a García Márquez y entendí que esta novela en particular estaba ya fuera de contexto: es el realismo mágico llevado al paroxismo.

Sin embargo no puedo olvidar la imagen de una Tita que se siente mujer por vez primera cuando Pedro la observa amasar (la sensación de la carne que gracias a una mirada se transforma al igual que la masa de los buñuelos al entrar en contacto con el aceite hirviendo), su dolor y angustia al descubrir que no podrá realizar su amor porque, como hija menor que es, está condenada a cuidar a su madre hasta la muerte. Cómo olvidar a Mamá Elena, mujer dura, eterna piedra en el camino que impide la felicidad de su propia hija, ahogada en su propia amargura. Como olvidar a Rosaura y a Gertrudis, dos hermanas tan diferentes como es humanamente posible y que se ven inexorablemente envueltas en esta historia revolucionaria (por la época en que se desarrolla), bordada a partir de recetas de unos platillos que se antojan sin remedio alguno y son conductores de las emociones de los personajes, especialmente de la protagonista.

Publicada en 1989, la primera novela de Laura Esquivel fue llevada también a la pantalla con gran éxito en 1992, dirigida por el entonces marido de la escritora, Alfonso Arau (ella misma hizo la adaptación). La película se hizo acreedora a 10 Arieles, entre otros reconocimientos, además de convertirse en una de las más taquilleras del cine mexicano (y la sexta película extranjera más taquillera en Estados Unidos).

Estos recuerdos se dispararon gracias a la visita de la actriz Regina Torné a nuestra ciudad, en el marco del programa Leo… luego existo, donde dio lectura a poemas de Jaime Sabines y a fragmentos de, ya adivinó usted, Como agua para chocolate. Fue una verdadera experiencia, donde pudimos ver a la actriz transformarse frente a nuestros ojos, entre una página y otra, de una magnífica lectora de poemas, a esa temible Mamá Elena que desde la pantalla infundía un rencor tamizado por el respeto.

Mujer de múltiples inquietudes, la maestra Torné presentó también dos discos compactos en los cuales da lectura a textos de su autoría. Las regalías por las ventas de este material son donadas íntegramente a una asociación para la prevención del consumo de drogas entre los jóvenes.

(Platicó también sobre su academia de actuación, donde se lee y estudia solamente a dramaturgos mexicanos. No falta cada semestre, dijo, quien pregunte: “Maestra ¿cuándo vamos a leer a los griegos?”. Y yo les digo: Puedes leerlos en tus horas libres, pero aquí vas a conocer la obra de tus compatriotas).

Yo, debo confesarlo, nunca he visto la película. Pero no creo que haga falta: me quedo con la imagen de esta mujer maravillosa, libro en mano, capaz de evocar con su voz los sentimientos que a veces, no podemos expresar sino con palabras.

En otro orden de ideas. Los invito a escuchar EducArte, programa de la Unidad Académica Multidisciplinaria de Ciencias, Educación y Humanidades que se transmite por Radio Universidad todos los lunes de 6 a 7 de la tarde, con la conducción de Ambrosio López y la abajo firmante.

26 abril 2007

Una luz de San Pablo Guelatao

Escribir una biografía puede ser una empresa titánica. Máxime si se escribe en verso. Para Arturo Carrasco Bretón, el resultado de doce años de investigación fueron más de 1900 versos que ocupan setecientas y tantas páginas, donde, con el pretexto de dar a conocer detalles de la vida de Benito Juárez, hace un recorrido por la historia de nuestro país y un retrato de los héroes nacionales del siglo XIX.

El pasado jueves en la sala María del Pilar del Museo Casa Mata, organizada por la Sociedad Tamaulipeca de Historia, Geografía y Estadística de Matamoros A. C., se llevó a cabo la presentación del libro Una luz de San Pablo Guelatao. El autor estuvo acompañado de diferentes autoridades y personalidades del mundo intelectual de la ciudad, así como del Ing. Andrés Sánchez – Juárez, tataranieto del Benemérito de las Américas.

Carrasco Bretón tiene una misión: rejuarizar México. Con esta intención fue invitado a presentar su obra en la Cámara de Diputados y posteriormente en diferentes foros a lo largo de la República, desde Tijuana hasta Villahermosa.

En Matamoros fui testigo de la pasión que experimenta por los ideales juaristas y por nuestra historia, así como por la literatura, especialmente por la poesía. En la presentación destacó no solamente los logros políticos de Juárez, sino su faceta humana. Fue una de esas exposiciones memorables que logran contagiar al oyente con la emoción del investigador (tanto así que se terminaron los ejemplares que había disponibles para venta y se tuvo que hacer una lista de solicitudes para adquirir el libro).

Agradezco profundamente a la maestra Rosaura Dávila por su amable invitación a asistir a este evento y felicito a la Sociedad Tamaulipeca de Historia, Geografía y Estadística de Matamoros por su interés en difundir el ideario del hombre que ha sido calificado como “el mexicano más universal”.

En otro orden de ideas. Desde esta columna quiero hacer un reconocimiento a los miembros del Club de Lectura Aureolas, que para conmemorar el Día Internacional del Libro y los Derechos de Autor, realizaron una lectura en voz alta de Cien años de soledad el pasado domingo. Libertad García de Danwing, Carmen Campos, Armonía Chávez, Teresa González de Valle y Lucy Asúnsolo, organizaron una lectura cálida, emotiva, divertida e interesante que atrajo a lectores y visitantes ocasionales por igual. Felicidades a ellas y un agradecimiento a todos aquellos que respondieron a la invitación leer un fragmento de la obra máxima de Gabriel García Márquez.

Y por último, les recuerdo que el viernes se inaugura la VIII Feria Nacional y Universitaria del Libro, con la participación de editoriales como Alfaguara, el Fondo de Cultural Económica, Océano y Tusquets, e instituciones culturales y educativas de Aguascalientes, Coahuila, Veracruz y por supuesto Tamaulipas, el Instituto Politécnico Nacional, el Colegio de la Frontera Norte y más. Estará instalada en la Explanada del Centro Cultural Tamaulipas y mañana en punto de las 19:00 horas se presentará el libro Cuentos completos del maestro Guillermo Samperio, a cargo de la maestra Laura Casamitjana de la Hoz y el periodista Ambrocio López Gutiérrez, con la presencia del autor.

La Feria (con sus diferentes actividades artísticas y literarias) permanecerá abierta hasta el domingo 6 de mayo, los esperamos.

19 abril 2007

Patriarca con mariposas amarillas


“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. La frase está llena de evocaciones, de nostalgia. Pero también es la promesa de una historia maravillosa, el recuento de la saga de una familia y un pueblo, Macondo, espejo de todo un continente.

Este año se celebran 40 años de la publicación de la novela Cien años de soledad y el cumpleaños número ochenta del escritor colombiano Gabriel García Márquez. Sumados al 25 aniversario de que la Academia Sueca le concediera el Premio Nobel de Literatura (1982), este año tenemos más pretextos que nunca para celebrar al escritor y su obra. El pasado 6 de marzo, día del cumpleaños del escritor, cañonazos resonaron desde Aracataca, Colombia, su pueblo natal, hasta la Ciudad de México, donde reside desde la década de 1960.

Porque Gabo ha estado profundamente ligado a nuestro país desde esa época, en que decidió establecerse aquí después de vivir en Nueva York como corresponsal de la Prensa Latina. Y también su obra: aunque Aracataca, su pueblo natal, ostenta un letrero que dice “Bienvenidos al mundo mágico de Macondo”, y evidentemente la historia está llena de ecos de la infancia del escritor, de los recuerdos de su tierra; cabe recordar que la novela fue escrita en México y el mismo García Márquez declaraba recientemente que imágenes como la elevación de Remedios la Bella y las mariposas amarillas que seguían a Mauricio Babilonia, se inspiraron en una visita que realizó en aquella época al estado de Michoacán.

En su discurso en la apertura del IV Congreso de la Lengua Española, donde se le rindió homenaje, García Márquez comentó: "Ni en el más delirante de mis sueños, en los días en que escribía Cien Años de Soledad, llegué a imaginar que podría asistir a este acto para sustentar la edición de un millón de ejemplares. Pensar que un millón de personas pudieran leer algo escrito en la soledad de mi cuarto, con 28 letras del alfabeto y dos dedos como todo arsenal, parecería a todas luces una locura […] Los lectores de Cien Años de Soledad son hoy una comunidad que si viviera en un mismo pedazo de tierra, sería uno de los veinte países más poblados del mundo. No se trata de una afirmación jactanciosa. Al contrario, quiero apenas mostrar que ahí está una gigantesca cantidad de personas que han demostrado con su hábito de lectura que tienen un alma abierta para ser llenada con mensajes en castellano. El desafío es para todos los escritores, todos los poetas, narradores y educadores de nuestra lengua, para alimentar esa sed y multiplicar esta muchedumbre, verdadera razón de ser de nuestro oficio y, por supuesto, de nosotros mismos”.

Tiene razón, claro está. Los lectores somos quienes agradecemos esa dedicación del escritor. Y hoy, como siempre, para García Márquez, patriarca de los escritores latinoamericanos contemporáneos, no hay mejor homenaje que leerlo, para sentir como se posan suavemente en nuestros hombros un millar de mariposas amarillas.

En otro orden de ideas.
Para sumarse a estos festejos en torno a García Márquez y a los del Día Internacional del Libro y los Derechos de Autor, el Club de Lectura Aureolas organiza una lectura en voz alta de Cien años de soledad. Será en la Explanada del Centro Cultural Tamaulipas a partir de las 6 de la tarde, y todos los lectores son bienvenidos para una tarde de historias y jaranas.

Por otro lado, el lunes continúa el programa de lectura en voz alta Leo… luego existo, organizado por el ITCA y la UAT. En esta ocasión se presentará la actriz Regina Torné, quien leerá poemas de Jaime Sabines y fragmentos de Como agua para chocolate de Laura Esquivel. La cita es este lunes 23 de abril a las 19:00 horas en el Museo Regional de Historia de Tamaulipas (22 Allende esquina). Como de costumbre la entrada es libre, los esperamos.

22 marzo 2007

Si de cooperar se trata...

El martes dio inicio la colecta anual de la Cruz Roja Mexicana, que se extenderá hasta el 15 de abril. En los cruceros más importantes de Victoria, haciendo eco de lo que sucede en tantas ciudades del país, hormiguean los voluntarios solicitando donativos para esta institución.

Se acercan armados con su ánfora, sus calcomanías y la incertidumbre de la respuesta de los ciudadanos. Pero en su mayor parte, y hablo desde mi experiencia del año pasado, la gente coopera. Incluso aquellos que tienen ya su parabrisas tapizado de pequeñas cruces, se detienen un momento para buscar algo de feria, unas monedas que puedan hacer una diferencia. No faltan, claro, los que con gesto de fastidio niegan con la cabeza, o se refugian en una imaginaria llamada telefónica para intentar pasar inadvertidos. Pero también están los que no sólo entregan el dinero, sino también palabras de aliento para los voluntarios (Pues ya he donado muchas veces, me dijo una señora joven, pero le voy a dar nada más porque anda aquí en el sol).

Recuerdo a una señora ya mayor que iba con su familia en un carro muy destartalado. A la pregunta de si quería cooperar con la Cruz Roja, sonriendo señaló el tarjetón de discapacitados que colgaba de su retrovisor y luego sus muletas atravesadas en el asiento de atrás: ¡Pues claro, si soy cliente frecuente! La imagen se repite constantemente: los que han recurrido a la Cruz Roja, los que saben lo que es contar con su servicio en el momento de la angustia y la necesidad, encuentran una manera de retribuir las atenciones recibidas.

No hay un solo repartidor, de esos que en sus motocicletas recorren la ciudad para entregar pizzas o cualquier otra cosa (casi siempre realizando maniobras suicidas a velocidades impensables en sus aparentemente endebles vehículos) que no aporte dinero, y además de buena gana. Por supuesto: así como los carpinteros tienen a San José, cada oficio tiene su santo y la santa patrona de los repartidores parece ser la Cruz Roja, esa que les hace el milagro de devolverles la salud y la entereza en caso de accidente, riesgo frecuente en la profesión.

En fin, que da gusto encontrar en cada esquina tantas muestras de solidaridad de ambos lados del ánfora: por una parte, los que dedican su tiempo a recorrer las calles por una buena causa, por la otra, los que esperamos no necesitar nunca de los servicios de la Cruz Roja, pero entendemos el infinito valor que pueden llegar a tener esas monedas.

En otro orden de ideas. En marzo llega también el Festival de la Lectura, este año, con la presentación de Pilar Pellicer el lunes 26 en el Teatro de la Universidad (19:00 horas), el Recital en homenaje a Doña Amalia González Caballero de Castillo Ledón el martes a las 20:00 horas en el Auditorio del Centro Cultural, y dos presentaciones editoriales: La sombra misma de Luz Elena Cabrera el 28 a las 19:00 horas y la novela El ejército iluminado de David Toscana el jueves a las 8 de la noche (ambas en el Teatro Universitario), entre otras actividades. Destaca además el taller de narrativa con David Toscana, a realizarse del 26 al 30 en el Museo Regional de Historia de Tamaulipas. La entrada es libre a todos los eventos excepto el taller, los esperamos.

Y por último, aprovecho para agradecer la invitación de mi estimado amigo Ambrocio López a acompañarlo en la conducción de EducArte, programa de la Unidad Académica Multidisciplinaria de Ciencias, Educación y Humanidades que se transmite por Radio Universidad todos los lunes de 6 a 7 de la tarde.

01 marzo 2007

La verdadera forma de Dios

Con anterioridad en este mismo espacio había comentado que a los columnistas, cronistas y comentaristas nacionales (y alrededor del ancho mundo, supongo), con mayor o menor fortuna, les encanta establecer paralelos entre el fútbol y la vida cotidiana, y especialmente con la política.

Pero si hay alguien que sabe elaborar imágenes pulidas y metáforas brillantes sobre el fútbol y la vida es Juan Villoro, quien recibió recientemente en Barcelona el III Premio Internacional de Periodismo Vázquez Montalbán en la categoría de periodismo deportivo por su libro de crónicas Dios es redondo, publicado en nuestro país por Editorial Planeta (mientras que el reconocimiento en el área cultural y política recayó en Tomás Alcoverro, periodista español de larga trayectoria).

Villoro, ensayista, novelista, cuentista y autor de libros para niños, hombre de variadísimos intereses, ha ejercido la crónica en diferentes publicaciones como Cambio, Gaceta del Fondo de Cultura Económica, Universidad de México, Crisis, La Orquesta, La Palabra y el Hombre, Nexos, Vuelta, Siempre!, Proceso y Pauta, de la cual fue jefe de redacción, así como en los periódicos y suplementos La Jornada (cuyo suplemento La Jornada Semanal dirigió de 1995 a 1998), Uno más uno, Diorama de la Cultura, El Gallo Ilustrado y Sábado, entre otros. Tiene alrededor de 15 libros publicados. En 1999 obtuvo el premio Xavier Villaurrutia por su libro de cuentos La casa pierde, el Premio Mazatlán 2000 por los ensayos de Efectos personales y el Premio Herralde de Novela 2004 por El testigo.

Brillante escritor de crónica (género al que rebautiza como “el ornitorrinco de la prosa”), lo cual nos demuestra en sus libros Los once de la tribu y Safari accidental, Villoro nos revela que el deporte más popular de América Latina es materia para la literatura, tanto como una entrevista a Mick Jagger o el regreso a un Berlín reunificado.

En su discurso tras recibir el premio Vázquez Montalbán, comentó: “No hay historias sin emociones y no es casual que los escritores dirijan su mirada a los estadios. La forma de la pasión mejor repartida en el planeta es el fútbol”. Así, su nombre se ha vuelto una referencia recurrente para los aficionados debido a su labor como cronista de este deporte. Ha cubierto varios Mundiales: Italia 90 para El Nacional, Francia 98 para La Jornada y, recientemente, Alemania 2006 para la televisión. Su amable rostro barbado es una imagen familiar tanto para los asiduos seguidores de la programación del Canal 22 como para los apasionados futbolistas de sillón, logro del que no muchos escritores pueden presumir.

“Espejo de las sociedades, el fútbol cuenta con todas clases de testigos dispuestos a desentrañar los beneficios y vilezas que desata. Sin embargo, fue necesario un largo proceso de aculturación para entender que se trataba de una actividad que se merecía ser abordada por escrito”. Este escritor que descubrió su vocación gracias a (entre todas las causas) un locutor deportivo, el legendario Ángel Fernández, Villoro demuestra hasta a los más escépticos que en el fútbol podemos encontrar un espejo de la vida, un reflejo nuestras más altas y bajas pasiones y, por supuesto, de nosotros mismos.

22 febrero 2007

Que la vida es sueño...

Ya lo decía Calderón de la Barca: “¿Qué es la vida? Un frenesí./ ¿Qué es la vida? Una ilusión,/ Una sombra, una ficción,/ y el mayor bien es pequeño:/ que toda la vida es sueño,/y los sueños, sueños son”.

Es imposible no pensar en estas palabras después de ver La ciencia del sueño (La Science des rêves, Francia / Italia, 2006), escrita y dirigida por el francés Michael Gondry. Cuenta la historia de Stèphane (Gael García Bernal), una joven artista mexicano que regresa a Francia después de que su padre fallece de cáncer. Consigue, gracias a su madre, un aburrido trabajo elaborando calendarios, rodeado de colegas excéntricos (al menos así los percibe), y conoce a su vecina Stèphanie (Charlotte Gainsbourg), de la cual se enamora. Pero Stèphane siempre ha tenido problemas, según declara su madre en un momento de la película, para distinguir sus sueños de la realidad. Así, desde la primera toma nos vemos inmersos en su mente, atestiguando sus creaciones, sueños y delirios, y la accidentada relación con la vecina, a quien (con escasas excepciones) vemos a través de sus ojos. Y Stéphane también aprende a controlar sus sueños, conformados, como él mismo dice al principio de la película, por sus amistades, relaciones, recuerdos, deseos, la música que ha escuchado a lo largo del día…

La sucesión de imágenes es avasalladora, como un flujo de conciencia. Mientras en algunos momentos Stèphane es arrancado abruptamente de sus sueños y enfrentado a la realidad, conforme la película avaza las transiciones se vuelven más sutiles, moviéndonos con gran fluidez entre el mundo de la realidad y el de la imaginación. Porque no son solo los sueños, sino que la desbordada imaginación de Stéphane encuentra eco en la creatividad y dulzura de Stèphanie.

La exploración de los límites de la realidad es de gran importancia para Michael Gondry, como atestigua su anterior y muy exitosa película Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, Estados Unidos, 2004), donde plantea la posibilidad de borrar nuestros recuerdos sobre alguna persona o suceso de nuestras vidas. Las transiciones entre la realidad y la fantasía, entre la imaginación y la memoria, la construcción de imágenes oníricas, son algunas de las constantes que podemos encontrar en su trabajo.

En La ciencia del sueño, más que en Eterno resplandor, podemos notar la formación de Gondry como director de videos y anuncios publicitarios. ¿Cómo olvidar aquellas colaboraciones con Daft Punk, Massive Attack y sobre todo, la islandesa Björk? Las imágenes de la película recuerdan en momentos a los videos de Army of me, con sus máquinas monstruosas, o Bachelorette, donde la cantante corría con su preciado libro en brazos, un libro de misterioso contenido que amenazaba con derribarla.

La estética de la película es de suma importancia. Destaca la belleza de las imágenes de los sueños, una belleza no convencional, con agua hecha de trozos de celofán y ciudades construidas con tubos de cartón, muñecos de trapo y figuras de plastilina… contrastando con la realidad, no menos hermosa, de un París lleno de luz.

Una vez más, Gondry nos regala una historia sobre la complejidad de las relaciones humanas y la posibilidad de que dos personas se encuentren, así sea momentáneamente, dando un vistazo al corazón del otro.

Si vive en Ciudad Victoria vaya a verla hoy jueves, que es su último día en las salas comerciales (es de esas joyitas que no duran más de una semana en cartelera). Sino, búsquela, vale la pena.

15 febrero 2007

¿El Crack en la cultura?

Cuando en 1995 un grupo de jóvenes escritores mexicanos publicó su primera versión de un manifiesto que exponía sus ideas sobre el rumbo que debía tomar la novela (y por ampliación, la literatura) mexicana: ''Vamos a apostar por la novela ambiciosa, la novela total, la que busca crear un mundo autónomo en el lector, la que rescriba la realidad, una novela que verdaderamente diga algo”, no creo que imaginaran que doce años después, varios de ellos se encontrarían al frente de algunas de las más importantes instituciones culturales del país. O tal vez si, y todo haya constituido un plan maquiavélico para, como personajes de caricatura, tratar de conquistar al mundo.

Y el mundo los escuchó. Desde antes de la publicación del manifiesto estaban acumulando premios y reconocimientos. Después, en 1999 Jorge Volpi ganó el premio Biblioteca Breve de Seix Barral con su novela En busca de Klingsor (con la cual da inicio a su “Trilogía el siglo XX”, que lo ha convertido en uno de los escritores mexicanos contemporáneos más reconocidos a nivel internacional) y al año siguiente, Ignacio Padilla se hizo acreedor al Premio Primavera de Novela otorgado por la editorial Espasa – Calpe con Amphitryon.

Estos premios atrajeron la atención sobre el grupo y su Manifiesto del Crack, que pretendía romper con los esquemas en los que, según consideraban, estaba estancada la literatura mexicana y latinoamericana en general.

El resto de los integrantes del grupo (Eloy Urroz, Ricardo Chávez Castañeda, Pedro Ángel Palou, Alejandro Estivill y Vicente Herrasti) se destacaron también por méritos propios, pero sin desligarse de los demás, en lo que Urroz define como “una estrecha amistad literaria” (considerando que por ejemplo, Padilla, Volpi y él mismo se conocen desde la preparatoria). Sin embargo, añade en Crack, instrucciones de uso (Mondadori, 2004): “el crack se propuso ante todo como una forma de hacer novelas —y no sólo como una amistad”.

Al poco tiempo estaban publicando en las secciones de cultura de importantes periódicos a nivel internacional: El País, El Herald, El Universal. Participaban en el mundo de la diplomacia: Padilla como agregado cultural de la Embajada de México en Gran Bretaña y Volpi en Francia. También se integraron al servicio público (Palou fungió como Secretario de Cultura del Estado de Puebla y Estivill se desempeña como encargado de asuntos culturales de la SRE). Sin embargo, no dejó de sorprender el reciente nombramiento de varios de estos escritores como funcionarios del CONACULTA: Jorge Volpi como director del Canal 22, Vicente Herrasti como Director General de Publicaciones e Ignacio Padilla en la Dirección de la Biblioteca José Vasconcelos.

Digo que sorprendió porque, a pesar de que en los últimos años han matizado un poco la virulencia con la que se manifestaron contra algunos de los máximos exponentes de la literatura nacional, y de haber repetido hasta el cansancio que el crack no se “proponía sólo como el ejercicio de un tipo de novela circunscrita fuera de México” (cito nuevamente a Urroz), argumento esgrimido por muchos de sus críticos, la realidad es que la carrera de estos escritores está sucediendo en gran medida fuera de nuestro país. Por lo cual, considero, es un momento extraño para ellos para comprometerse con un puesto de esta naturaleza, en un país que requiere de todo el esfuerzo de sus funcionarios culturales para revitalizar el panorama.

Tal vez, sin embargo, esta es la vuelta de tuerca. Tal vez es precisamente eso lo que tenía en mente Sergio Vela al invitarlos a formar parte de su equipo. Después de todo, si lo hicieron con la literatura, seguramente encontrarán la manera de agitar las aguas de la cultura oficial en México.

08 febrero 2007

El escritor del azar

Desde hace semanas tenía la intención de escribir acerca de la novela de Paul Auster, Brooklyn Follies (Anagrama, 2006) y ahora me entero de que para celebrar su cumpleaños número sesenta, el escritor acaba de presentar una nueva: Viajes por el Scriptorium (Anagrama, 2007).

Nacido en Nueva Jersey, el ganador del Premio Príncipe de Asturias 2006 es admirado por igual por lectores, críticos y escritores. Ha escrito novela, poesía, guión cinematográfico y el llamado non fiction (por ejemplo, el libro de relatos Creía que mi padre era Dios que recopila las historias de los oyentes de su programa de radio en la ciudad de Nueva York). Es difícil no dejarse atrapar por “el escritor del azar y la contingencia”: sus historias se construyen a partir de esos mínimos instantes de duda, en las disyuntivas, las elecciones con consecuencias imprevisibles y en gran medida, por el simple y puro azar, omnipresente en la vida cotidiana.

Por ejemplo, en su primera novela, Ciudad de cristal, la historia se desencadena a partir de una llamada telefónica a un número equivocado: la recibida por un escritor llamado Quinn, quien decide hacerse pasar por el detective privado Paul Aster para resolver el caso de su angustiado interlocutor.

Este juego de nombres e identidades es frecuente en la obra de Auster. El protagonista de Smoke se llama Paul Benjamin, que son en realidad los nombres del autor. En Leviatán el personaje principal tiene sus mismas iniciales y conoce a una mujer llamada Iris, anagrama del nombre de su esposa, Siri.

También abundan los personajes que hacen apariciones en diferentes libros, y las historias dentro de las historias, las bifurcaciones que los protagonistas encuentran en el camino y también gracias a los personajes que conocen.

Así, en Brooklyn Follies, el protagonista Nathan Glass, sobreviviente de cáncer en el pulmón, su trabajo en una agencia de seguros y un divorcio no muy amistoso, regresa a la tierra que lo vio nacer, Brooklyn, para pasar en paz lo que imagina serán sus últimos años. A raíz de un altercado con su hija comienza a escribir El libro del desvarío humano, de cuyo contenido nos enteraremos menos que de las anécdotas de la vida del mismo Nathan, su sobrino Tom (a quien encuentra casualmente como dependiente de una librería de viejo), amigos y familia que irán haciendo su aparición a lo largo de la novela, la cual resulta una celebración de la vida y sus posibilidades.

Brooklyn Follies retoma los elementos típicos de la escritura de Auster: el azar, las historias dentro de la historia, la búsqueda de la identidad y del sentido, la pérdida. Sin embargo, todos estos guiños al lector no dificultan la lectura para los no iniciados en el universo austeriano, que pueden fácilmente verse inmersos en las historias acompañando a los personajes, siempre entrañables a su manera (porque en este universo no existe la perfección, sino seres humanos de carne y hueso, llenos de contradicciones, anhelos y defectos).

Viajes por el Scriptorium cuenta la historia de un hombre amnésico, encerrado en una habitación, que poco a poco arma su historia gracias a la visita de diferentes personajes relacionados con su pasado. Es de agradecer al autor que para celebrar su cumpleaños nos regala a nosotros, los lectores, una nueva pieza del rompecabezas con infinitas posibilidades que compone su mundo.
Fotografía de Dmitri Kasterine.